10 septiembre 2010

Una canción de amor y ocho poemas desesperados



I

Toma mi mano y guía el camino.
En la distancia, tu dolor es el mío.
Canta en las noches, canta mi pena.
Sólo volviendo a verte la tormenta renueva.
Añoro tu mar, ahogarme en tus olas.
La desesperación es la esponja que cubre mi boca.

II

Saliendo de la luz entro a tu túnel.
Tu frío abrazo es mi calor, tu pena mi condena.

III

Mis canciones son las redes con que atrapo las aguas de tu alma.

IV

Alma fracturada, partida en dos.
Buscas por la tierra el hombre que te dejó.
Él busca a su vez el tesoró que perdió.
Ahogándose en el mar, busca en cada ola tu amor.

V

Quiero bañar tu cuerpo de flor, y en tu néctar fecundo cultivar el sol.

VI

Tus besos son mi crimen, tu mirada mi sentencia.
Confieso en mis cartas, tu amor es mi condena.

VII

Poso mis ojos en el camino, busco entre las piedras tu silueta.
El crujir de la carrete es mi arrullo, ahoga a ratos mi impaciencia.
Te veo en los gorriones que juguetean en las ramas, en cada ojo una estrella, en cada trino tu cara.
Yo fui tu árbol, dulce pena de mi infancia. Me pierdo en la senda, te pierdo en la distancia.
Fuiste refugio para mí, también fuiste niebla.
Fiel como el agua, suave como la piedra.

VIII

Tu recuerdo incendia mis costillas y desarticula mi quijada.
No estás acá, muero de a poco, ahogo mis palabras.


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